Diciembre de 1808. Han pasado cuatro meses desde que el pueblo de Zaragoza consiguiera la gesta de repeler una vez tras otra los ataques del poderoso ejército de Napoleón. Tiempo insuficiente para recuperarse de las heridas arquitectónicas y personales. Sabedores que tamaña afrenta no haría sino espolear las ansias del emperador de Francia por conquistar la capital aragonesa, todos los protagonistas que lograron sobrevivir al primer asedio se han preparado en la medida de lo posible. Pero ninguno de ellos estaba preparado para la terrible combinación de factores que sobrevendría en las duras semanas de invierno. El segundo sitio estaba a punto de comenzar…